Territorio de pesadumbre by Rodolfo Martínez

Territorio de pesadumbre by Rodolfo Martínez

autor:Rodolfo Martínez
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Novela
publicado: 2015-03-31T22:00:00+00:00


A solas, Domingo recuerda y planea. Mientras sus sirvientes cumplen con su trabajo en el territorio de Klahoma, es incapaz de apartar las palabras de Legión de su mente. El príncipe. ¿De veras puede ser él, puede haber vuelto realmente? En el fondo lo duda. Su segunda caída fue tan honda, tan estrepitosa que parece imposible que nadie pueda alzarse de algo así.

La Caída. La palabra llena de ecos su mente. Recuerda los días anteriores a la rebelión, sirviendo al que no tiene nombre, alimentándose de la luz sin final de su rostro, construyendo ladrillo a ladrillo la Ciudad de Plata. Son recuerdos dolorosos, pero el mismo dolor que producen es el más dulce de los placeres, ahora que sabe que nunca podrá volver. Sonríe torvamente mientras recuerda la primera caída del príncipe. Ambos ejércitos se habían detenido, las heladas espadas flamígeras descansaban en sus manos mientras el que no tiene nombre alzaba un brazo y el príncipe les era arrebatado, caía fuera de su presencia, más allá de la Ciudad de Plata, a los abismos sin final que nunca se habían tomado la molestia de explorar. En los ojos de su mente lo ve de nuevo, hundiéndose en la densa oscuridad que lo tragaba como un ser vivo. Y luego, el sentimiento de que todos salvo el príncipe serían perdonados. Podían volver a la Ciudad de Plata y seguir solazándose en su presencia como si nada hubiera pasado.

¡No! grita el recuerdo en su mente. No, nunca. Y se ve a sí mismo de nuevo, zambulléndose en la oscuridad espesísima, siguiendo los pasos del príncipe. Es consciente de que otros lo siguen, de que hay más que no aceptan el perdón y se lanzan tras él. Su caída no es tan larga como la del príncipe (pero lo suficientemente larga para no desear seguir cayendo más) y al final llegan a un territorio tan hermoso que casi les hace olvidar la Ciudad de Plata, el rostro del que no tiene nombre, su derrota. Es una llanura sin fronteras, inabarcable, concebida para el más exquisito de los dolores. Y en mitad de ella, el príncipe los está esperando.

—Te saludo, Duma, ¿qué noticias me traes?

Y él, al que ahora llaman Domingo, habla por primera vez.

—Te seguimos contra el que no tiene nombre y te seguiremos ahora.

El príncipe se encoge de hombros, como si todo aquello no tuviera nada que ver con él, como si careciera de importancia.

Domingo abandona sus recuerdos con un rechinar de dientes. Todo eso ya no es relevante. Lo único que importa en estos momentos es la aniquilación de esas patéticas criaturas, de esos seres frágiles y miserables que son los responsables de todo. Y si el príncipe está allí, si está con ellos, mucho mejor. Lo destruirá también, y disfrutará de cada momento.

Dejé la Ciudad de Plata por ti, piensa. Pude haberme quedado en ella y no lo hice. Por ti, sólo por ti dejé al que no tiene nombre. Y tú nos abandonaste. No te importábamos, ¿verdad?, para ti ni siquiera existíamos.



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